domingo, 3 de marzo de 2013

Capítulo 6

-Hola, cariño- Dijo

-Hombre eso de “cariño” es mucho decir, ¿No crees?

-Necesito decírtelo. No sabes lo que he luchado por olvidarte.

-Y ahora qué deseas de mí.

-¿No te lo dijo tu padre?

-Pues no. - Yo había jurado antes de salir: “nos vemos en el aire Will… nos vemos en el aire”, pero allí no dije nada.

-Es que me contrató tu padre. He dejado mi compañía. Llevaba muchos años en ella. Tu padre me dio motivos suficientes para dejarla y entrar en la de ustedes.

-Ah, me alegro mucho.

-Mañana estaré en el aeropuerto a primera hora- Me dijo.

-Si te dijo eso, es que irás conmigo.

-¿Contigo?- Preguntó ansioso.

-Sí, irás de copiloto.

-Oye siempre he sido comandante.

-Yo también pero a veces voy de segunda, ¿Por qué no vas a hacer tú lo mismo? Nos cambiaremos cuando convenga.

-Tengo entendido que harás la ruta Berlin-Leipzig-Hamburgo.

-¿Y?

-Pues que el viaje es corto.

-Bueno yo puedo llevarlo hasta Berlin y tú hasta Hamburgo.

-¿Es tu deseo?

-Bueno, es lo que hago con Georg.

-O sea que volaremos juntos.

-Sí, bueno digo yo porque si te ha ordenado estar a primera hora. Yo salgo de Leipzig justo a las nueve. A las once o un poco más estamos en Hamburgo, paso por mi apartamento y luego regreso al aeropuerto y sigo a Orly en Berlin.

-Podemos comer justos ¿no?

-Bueno ya lo veré. Georg hace esta misma ruta. Y también se detiene en Hamburgo y coincide con mi hora.

-Oye Chel, ¿Es que son novios?

-Ya te dije que no. Somos amigos.

-Por algo se empieza ¿no?

-Es posible…

Yo casi temblaba. Tomé un café con él en la cafetería y allá me declaró de nuevo todo su interés. Cuando decidí regresar a casa me dijo:

-Te acompaño

Me llevó asida por el hombro. Yo no quise apartarlo, porque en primer lugar deseaba tocarlo y por otro no tenía fuerzas para alejarlo. Cuando llegamos ante la ancha verja de mi casa nos detuvimos.

-Piensa que te amo. Chel me ha llegado la hora de casarme y eres la mujer que quiero. Tengo que convencerte.

Y de repente, me tomó por la cintura y me beso en la boca. Reconocí sus besos, su forma de mover la lengua. Quise alejarme pero me fue imposible. Cuando me separé él me miró fijamente…

-Creo que haz reconocido mis labios.

-¡Que cosas tienes Will! Todos los labios son iguales.- Mentí. Y me fui rápidamente, sin darle importancia al beso, al menos en apariencia. Al entrar supe que mis padres ya se habían retirado y mi doncella me había preparado la cama y el baño.


martes, 22 de mayo de 2012

Capítulo 5


Will seguía tan atractivo como siempre con unos cuantos años más por supuesto. En aquel momento yo tenía 27 años, sabía bien lo que quería, cómo y cuando lo quería. El tendría 32, o eso calculé desde nuestra fallida relación.

-No me he enamorado Chel, no me fue posible. Luché por lograrlo pero siempre estabas tú en mis pensamientos.

-Cuanto lo siento Will.- El hecho de que él estuviera tan arrepentido no me causaba gracia.

-¿Por qué lo sientes? Te estoy proponiendo continuar la relación incluso casarnos. No he dejado de amarte, Chel.

-Qué pena- Aquí empezaba mi venganza- Que pena Will.

-¿Por qué hablas de pena? Si todo puede ser alegría para nosotros.

-Para ti que hablas con tanta firmeza pero es que no tengo esos sentimientos. En mí ya no existen.

-¿Qué dices?- parecía muy desconcertado.

-Que no te amo Will.

-Escucha Chel, no pienso perderte bajo ningún concepto. Lucharé por ti hasta convencerte. No he olvidado nada de nuestra adolescencia y ahora tengo más años, más juicio y más entendimiento. Supongo que tú también haz madurado.

-Madurado sí, pero en estos años poco a poco te fui olvidando. Las personas cambian.

-¿Estás segura? -Will estaba extraño incluso parecía tener ganas de llorar.

-Claro ¿Por qué iba a mentirte? Y ahora tengo que irme. Agradezco que me hayas elegido pero los años no pasan en vano.

-Por favor.- Antes de continuar hizo una pausa.  Dame tu número de teléfono celular.

Se lo di y me fui. Al salir a la calle no pude evitar que mis ojos se llenaran de lágrimas. Subí a mi cuarto al llegar a casa. No me daba la gana de que mi padre me viera de ese modo pero sabía haría que al día siguiente haría lo que yo le había pedido.

Lloré toda la noche. Tuve miedo conducir el avión y le pedí a Georg que lo hiciera siendo yo el copiloto.

-¿Te ocurre algo?-Preguntó Georg sin mirarme concentrándose en el vuelo.  

-No.-Respondí secamente

-No digas que no. Estas muy triste… Veras Chel podríamos llegar a Berlín cenamos y nos quedamos a ver el espectáculo de músicos y bailarinas.

-No gracias Georg, pero no estoy para eso.

-Lo ves tienes un problema.- Aclaró afligido.

-Siempre hay problemas.- dije en tono cortante.

-No tengo ninguno.

Lo mire y él me dijo asombrado:

-Estas llorando.

-Sí, es que me duele la cabeza.

Hicimos el viaje y me negué a ir al restaurante fuimos al hotel y seguí llorando. Cuando me calmé estaba segura de que me vengaría duramente.

Nunca he sido vengativa pero Bill me había humillado ante mis amigas y no lo perdonaba. Solía verlas con frecuencia,me las encontraba siempre en la misma cafetería, y siempre me preguntaban por Will, Alex, Georg, Arturo, y Ronald. Todos eran pilotos, pero para mí había uno solo.
Esa tarde busqué a mi padre.

-¿Qué haz hecho papá?

-Lo cité. Cité a Bill. Me visitó esta mañana, se preparó el contrato y tenía la letra pequeña que pocas veces se lee.

-¿La leyó él?

-No, si lo hubiera hecho no hubiese aceptado. Pero le ofrecí el doble del sueldo y vacaciones en agosto. También le ofrecí pagarle el seguro cuando se jubilara. Y añadí algo más porque no aceptaba.

-Y entonces aceptó ¿Lo leyó?

-Sí por encima pero no dijo nada, de modo que no sabe que en la letra pequeña se advierte que si deja la compañía antes de los tres años pagará una fortuna por ello. Se fue con el contrato en el bolsillo. Bill empezará el lunes.

Presentí que me llamaría esa noche. Yo había llegado el domingo lo iba a pasar en Hamburgo y según papá el también estaría. Tenía una casa preciosa tanto como la mía. Bill era hijo de un médico y una señora muy distinguida que por supuesto no era amiga de mi madre.
Mi madre era una frívola consumada. Yo no entendía cómo papá no se divorciaba de una vez por todas. No lo hubiera sentido. Nunca recuerdo haberla tenido junto a mí, en cambio siempre he visto el rostro de mi padre, aquel rostro lleno de ternura y aquellas frases cariñosas que me decía por eso sabía cuánto me amaba.

Por la noche cuando ya casi me retiraba o me faltaba poco sonó mi celular.

-Dime.  –Yo ya sabía quién era.

-¿Podemos vernos? Estoy en la cafetería. Ya sabes la de siempre.

-¿Están las chicas?

-No. Ya se fueron.

-Estaré enseguida ahí.

Me puse unos pantalones blancos y un top que me sentaba muy bien en tonos brillantes blancos y negros. Calzaba sandalias con altísimos tacones. Me veía atractiva. Salí con paso firme. Enseguida lo vi. Vino a medio camino. También vestía muy bien. Llevaba un pantalón beige una camisa de mangas largas color negra y con su mismo peinado que lo hacía lucir sexy. Estaba muy guapo. ¿Donde había aprendido a disimular así? No lo sé. Pero con él, tal vez con nadie más mi rostro se convertía en una careta. 

domingo, 20 de mayo de 2012

Capítulo 4



En aquel instante la doncella me avisó de una llamada telefónica.

-Dígame -Pregunté

-Oye soy Will sé que estás de regreso y sé también que eres piloto y que manejas un avión. Y que eres un piloto más de la compañía de tu padre.- Explicó el ojimiel.

-Eso es verdad.-Contesté un poco nerviosa.

-Quería hablar contigo Chel. Los años han pasado ¿Qué te parece si nos viéramos?
Estoy en una cafetería cercana a tu casa la más próxima. Ven por aquí.-Sugirió.

-Está bien.-Acepte sin reproches. Y colgué, quería hablar conmigo. Mi odio se había convertido en algo monstruoso.

-Papá- Lo abordé de nuevo- ¿Harás lo que te digo? Le ofreces el doble de lo que gana y le haces un contrato de tres años. Cierra bien el contrato que la letra pequeña no suele leerse y en ella dirás que si deja la empresa tendrá que pagar una millonada.

-¿Y crees que no lo va a leer?-Dijo mi padre mirandome fijamente.

-No se fijará. Tú hazlo.- Contesté segura.

-Oye Chel ¿Qué pretendes?- Este parecía nervioso.

-Ahora mismo me acaba de llamar y voy a verlo.-Sonreí a lo cual a mi padre no le causo mucha gracia

-O sea que vas a reanudar tus relaciones con él.

-Es posible mañana cítalo.

-No quiero cometer un fraude Chel.

-Pero papá. Vas a pagarle mucho más dinero ¿Qué fraude es ese? Lo reclamas porque es un buen piloto. Luego cuando todo eso haya ocurrido y haya firmado lo destinas a mi avión.

-Pero si él es comandante y…-Protesto mi padre.

-Bueno lo pondré de copiloto y nos cambiaremos. No te preocupes.- Aseguré 

-No sé qué estas tramando pero no me gusta nada Chel.-Dijo preocupado.

-Papá por favor…

Mi padre miró a mi madre, pero esta hablaba por teléfono y se reía a carcajadas. Era inútil contar con ella salvo para divertirse. Después me miró e hizo un gesto. Yo salí. Vestía el uniforme de aviador y llevaba la gorra bajo el brazo. Caminé con paso firme, y cuando entré en la cafetería, muchos ojos se volvieron para verme.  
                                                           
-¡Pero bueno! Después de ser abogada, ¿te has hecho piloto Chel?
Y me besó en ambas mejillas.  Sentí que el corazón me hacía cosquillas en el pecho y en el estomago.

-¿Como estas Will?- Pregunté con cierto desinterés para disimular.

-Me asombra verte con ese uniforme pero te sienta muy bien.-Exclamó mirándome fijamente.

-Gracias.-Conteste secamente.

-Toma asiento. Vamos a conversar.

-Pues tu me dirás Bill yo vuelo mañana y tengo que madrugar.

-Verás, he pensado mucho en nosotros dos. He intentado olvidarte, he tratado a otras mujeres… No sé si has estado con otros hombres tengo entendido que sales mucho con Georg Listing.

-Es mi amigo, sí.-Presumí

-¿Sólo amigo?-Preguntó con mucho interés.

-Sí, no he tenido muchas oportunidades me he dedicado a estudiar y a volar.

-Pues quiero hablarte.

-Puedes empezar cuando gustes.- Antes de hablar me pregunto qué quería de tomar. Yo dije: 
-Una cerveza.

Pidió dos y nos sentamos junto a  la mesa.

Capítulo 3


Mi padre se llevó las manos a la cabeza, pero yo supe que aceptaría. Sin embargo, seguía diciendo casi a gritos:

-¡Pero si no hay mujeres que lleven aviones hija por favor!.-Explicó mi padre aún con mayor desespero.

-Empezaré yo a fin de cuentas son tus aviones papá.-dicho esto mi padre no salía aún del asombro.

-¿Vania estás oyendo?.- Mama no oía. Estaba hablando por teléfono con una amiga para organizar los planes para la tarde. Papá me miro fijamente.

-Te necesito en las oficinas querida, eres abogada y además me han dicho que sales con Georg Listing y a ese lo tengo elegido para que deje de volar y se meta en la oficina. Voy haciéndome viejo y necesito gente nueva para dirigir la empresa.

-Algún día lo haré papá, pero te quiero advertir que no soy novia de Georg somos amigos bastante amigos pero el sentimiento no entra ahí.-Expliqué muy seria.

-Es el hombre que te conviene.- Sucitó este.

-Puede que sí papá, pero piensa que los sentimientos cuentan mucho.

Papá bajo la voz para decirme -No creas los sentimientos cuentan poco – Y miraba a mamá. Ya sabía que la relación de mis padres era así. Ocupaban cuartos diferentes nunca se decían una frase amable, pero tampoco discutían. Eran muy educados. Yo adoraba a mi padre y lo admiraba pero de igual modo me era indiferente mi madre.

-Quiero ser piloto civil papá y no me vas a quitar la idea así que mañana me iré a Leipzig contigo y me ayudaras a arreglar los papeles para ingresar en la Escuela. Mientras estudio, quiero hacer las horas de vuelo.

Papá se convenció. Malamente pero se convenció y estudié para piloto. Con el tiempo, fui haciendo horas de vuelo y como soy buena estudiante nadie pudo evitar que llegara a vestir el uniforme azul.
Aprendí a volar rápidamente y cuando tuve el último examen solo Georg sabía lo que estaba haciendo. Le había pedido discreción quería darle en las narices a Will y para ello faltaba otro salto. Creo que nunca odié y amé a alguien como a Will. El desataba en mí todos los sentimientos que puede experimentar un ser humano y también todo el odio mortal para hacerle daño.

Había hecho el viaje con Georg de copiloto a Berlin y Hamburgo y aquella obsesión que yo llevaba dentro se desató ante mi padre nuevamente. Debo añadir que Georg ya me había declarado su amor. También vivía en la misma cuidad que yo y sabía de la relación que había tenido con Will pero eso para él era lo de menos. Me amaba. Sabía que estaba sufriendo porque yo no lo amaba.

Cuando llevaba ya seis vuelos a Berlín manejando el aparato tranquilamente, un día le dije a mi padre:

-Oye, papá, quiero que hagas algo muy distinto a lo que has hecho hasta ahora. Will Kaulitz vuela en una compañía como la nuestra. Una buena compañía aérea.

-¿Ese Will no era el chico que salía contigo cuando aun eras una jovencita?- Preguntó muy asombrado.

-Sí, el mismo es.- Le respondí sin mirarlo.

-¿Y qué quieres que haga con él?.-Volvió a preguntar pero esta vez con mayor curiosidad.

-Que lo llames a tu despacho y le propongas pasarse a nuestra compañía.-Contesté con cierta satisfacción.

-Eso no lo hará. Tiene muchos años en la otra y gana bastante dinero.- Musitó casi seguro de lo que decía.

-Pero tú le vas a ofrecer el doble.

-¡Chelsea Sofía! -pronunció casi gritando.

-Papá…

-Bueno, Chel. Eso no es posible.

-Sí lo es. Tú le ofreces el doble y le haces un contrato por tres años.

-Oye Chel, ¿es que pretendes tirarlo por el aire?

-No papá. De ninguna manera. Pero Will me hizo algo que me dolió y quiero que pague las consecuencias.

-¿Y que le vas hacer?

-Déjame eso a mí se lo que tengo que hacer.

Capítulo 2




Vivía como todos ellos en U.S.A específicamente en New York en un Palacete precioso con cancha de tenis y piscina donde solía bañarme frecuentemente y mis amigas casi siempre me acompañaban.
Cuando se cuenta una historia hay que buscar la cronología para no perderse en divagaciones, no voy  usarlas desde luego. Estaba destrozada y por eso le dije a mi padre que quería irme a Berlin que iba a estudiar Derecho por el momento, luego tal vez estudiaría historia.
No lo sabía, aun estaba tan desconcertada que aquella mañana cuando regresé y me encerré en mi cuarto lloré como una loca. Nunca olvidaría aquella humillación y aquellos comentarios aquellas risas entre sí de mis amigas. Y por sobretodo aquel dolor que trataba de disimular, la aquella indiferencia de Will para tratar un asunto tan importante sin importarle herirme.
Debo añadir que tengo 18 años, que estoy preparada para ingresar en la Universidad y que soy una gran estudiante.
Mi padre me llevó a Berlin y me dijo que prefería que hiciera allí la carrera, porque el frecuentaba mucho en Alemania, por ser dueño de una empresa de aviones comerciales. Había aviones que hacían rutas muy largas  y  había otros que hacían la ruta corta Leipzig-Hamburgo-Berlin.
Empecé a meditar en mi vida. Llevaba de novia con él cinco años y siempre creí que me casaría con Will. Estaba loca por él y pensaba que él estaba loco por mí.
Nunca me pidió hacer el amor y no lo hicimos. Si me lo hubiera pedido, hubiera accedido, pero Will respetaba a mi padre a quien conocía por ser aviador aunque el pertenecía a otra empresa.

A los 23 años termine la carrera de Derechos y fue cuando me decidí hacerme piloto, como mi padre. Pero eso tenía que tratarlo con él porque esperar que mi madre diera su parecer era esperar inútilmente; mi madre vivía su vida con las amigas iba a la cafetería se pasaba tardes enteras jugando al bridge, en cambio mi padre iba al amanecer para Leipzig donde tenía su despacho en un edificio de La Castellana. 
Su empresa ocupaba tres pisos comunicados entre sí y cerca de 30 hombres trabajaban en aquellas oficinas. Mi padre empezó comprando aviones usados siendo muy joven, siempre fue un emprendedor. Poco a poco fue modernizando los aparatos y en éstos momentos poseía la flota más moderna del país. Regrese con el titulo de derecho y mi padre  esperaba que me incorporara a su empresa. Yo le expuse súbitamente mis intenciones, hallándonos los tres en el salón. Mi padre acababa de llegar de Leipzig, y mi madre se estaba limando las uñas sentada junto al ventanal.
Nací en Berlin, y nunca deseé irme a Hamburgo aunque mi padre nos lo propuso muchas veces. Me gustaba el palacete mi cuarto decorado a mi gusto, aunque mi corazón -lo digo de verdad- estaba destrozado totalmente. Había intentado por todo medio olvidar a Will tanto que empece a salir con Georg y mi padre estaba muy contento. Georg era un de nuestros primeros pilotos. A mí no me gustaba mucho. Sabía que era un hombre atractivo esbelto y decían que rico aunque se dedicaba a llevar aviones a Berlin y Hamburgo para regresar días después. Esa era la ruta que me gustaba. 
Aquella noche di la noticia.

-Ya que termine la carrera, quiero que sepas que voy a ser piloto civil.- Insinué mirándolo fijamente.

-¡Chelsea Sofia!-Exclamó mi padre con asombro.

-¡No, papá llámame Chel! Cuando me llamas Chelsea Sofia, estas disgustado.

-Vania, ¿Has oído eso?.- Preguntó a mi madre pero ésta no parecía interesada.

Mi madre levantó una ceja indolente y se alzó de hombros. Lo que hiciera yo le importaba un rábano. Ella estaba dedicada a la sociedad y a sus amigos.

-Es un hecho papá no quiero que se sepa, pero empieza ya a ofrecerme el avión donde haré las horas cuanto antes para examinarme... Me convalidarán algunas asignaturas de Derecho.- Dije muy decidida. 

Capítulo 1

“Nos vemos en el aire”

Supe que iba a decirme algo desagradable. Empezamos cuando yo tenía 17 años, quizás por ser vecinos. El terminaba el bachillerato en esa época y yo estudiaba secundaria.

-¿Qué es eso que tanto te apura? -Le dije en tono nervioso pero segura de lo que preguntaba- Me dio el recado la doncella cuando regresaba de la Universidad.

-Corres mucho -dijo Will mirándome- Tengo algo que decirte, Chel.                                                                                  
Yo ya lo sabía. Mientras hablábamos sentados los dos en un muro ante una plaza donde solíamos reunirnos los jóvenes, veía no lejos el grupo de amigos que teníamos para charlar o inventarnos cualquier juego que nos distrajera.


-Si quieres -Le dije a Will- nos reunimos con el grupo.

-Primero quiero decirte algo Chel, algo que considero necesario e importante. Empezamos esta relación de niños de jóvenes sin sentido y la falta de madurez nos llevo a pensar en el amor y que ese nos uniría para siempre.

Dejé de mirarlo. Estaba tan ciegamente enamorada de Will, que todo aquello que empezaba a oír me producía terror. Pero soy muy orgullosa -Siempre lo dice mi padre- Así que disimulé como pude y seguí escuchando a mi novio.

-Creo que debemos de esperar que debemos romper esta relación que se está haciendo monótona, así tú haces tu vida y yo la mía sin que ninguno de los dos reproche al otro. ¿Qué te parece Chel?

No sabía qué de decir. Me faltaba muy poco para estallar en sollozos, pero disimulé. Soy muy dura pese a mi sensibilidad.   
                                                                                                                                     
 –Me parece bien.-Le dije.

-¿De verdad no te enfadas?

Estaba tan enfadada que poco me faltaba abofetearlo pero en cambio dije:        

-Claro que no ¿Con qué fin?

-Me alegro no sabes cuánto te lo agradezco. Cuando pasen los años tal vez volvamos a reanudar esta relación.

-¿Te gusta alguna chica de grupo?

-Claro que no.

Pero no le creí. Y aunque no le gustara otra el hecho de dejarme era suficiente para que mi odio se desatara.
Caminamos los dos hacia el grupo y lo que más me hirió lo que no perdonaré nunca fue lo que exclamó Will cuando llegó ante el grupo de mis amigas que si bien lo eran, también eran muy chismosas y se criticaban unas con otras.

-Les voy a contar una novedad.- Todos captaron su atención.

Will era muy guapo alto delgado y vestido con aquel traje aviador resultaba muy atractivo. Tenía unos ojos color miel y el cabello de un rubio casi dorado la piel clara y aquel aire de poderío que me tenia enloquecida...

-¿De qué se trata Will?- Preguntó una de las chicas con mucha impaciencia.

-Chel y yo lo hemos dejado.- Lo dijo como si fuese un tema que pudiese tratar con cualquiera.

-¡Qué barbaridad! -dijo una muy asombrada.

-No es posible… -dijo otra- Nos asombra ¿Y qué dices tú Chel?

No respondí sólo le hice una mueca de tranquilidad y Will añadió:

-Lo hemos dejado hasta que maduremos un poco más…

-Pero si tú ya has terminado la carrera, ya estas volando -Dijo la más alta.

Otra comentó:

-Pensábamos que se casarían.

Corté en seco los comentarios. -Tengo 21 años y me marcharé al extranjero a hacer mi carrera.

No sé como aguanté todo lo que dijeron sin echarme a llorar. Dejé a Will con ellas y con un pretexto me fui a casa.